Gregorio XIII, impulsor de la reforma del Calendario Juliano, utilizado
desde que Julio César lo instauró en el año 46 antes de Cristo. |
Un año bisiesto suele darse cada cuatro porque el calendario gregoriano que nos rige contabiliza solamente 365 días exactos mientras que el sol tarda 365 días y 6 horas en dar una vuelta completa al sol. Este desfase propicia que cada cuatro años (6x4=24 horas) tengamos que ponernos al día con el año real astronómico y estacional en febrero.
El término viene del latín bisextus, que corresponde al 24 de febrero, ya que se contaba dos veces el sexto día anterior a las calendas: primer día de los meses romanos, que se dividían en tres partes: calendas, nonas e idus. En italiano, bisesto es el día adicional, y bisestil se refiere al año en el cual se agrega este día.
Según el calendario gregoriano, la regla para los años bisiestos es la siguiente:
Un año es bisiesto si es divisible entre 4, a menos que sea divisible entre 100. Sin embargo, si un año es divisible entre 100 y además es divisible entre 400, también resulta bisiesto. Esto elimina los años finiseculares (últimos de cada siglo) divisibles sólo entre entre 4 y entre 100.
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