Este
capricho es algo más que un lujo asiático. El Bugatti Veyron Sang Bleu
Speedboat es el sueño de Ettore Bugatti, fundador de la marca, que siempre
quiso afrontar el diseño y desarrollo de un barco merecedor de llevar su nombre
sobre el casco.
La
fantasía del genio italiano de la velocidad nació en los años 20, momento en el
que alumbró la idea de construir una lancha a motor que fuera capaz de cruzar
el océano Atlántico en tiempo récord. Pese a que en un principio fue
desestimado por lo extremadamente caro de su presupuesto, los responsables de
la marca italo-francesa nunca han abandonado el proyecto.
En
estos momentos en los que, a pesar de la crisis económica, los objetos de deseo
exclusivos registran las mayores ventas de toda la historia, Bugatti se decide
a comercializar la embarcación más rápida y lujosa del momento. Se trata del
equivalente marino al ya exitoso vehículo de cuatro ruedas Bugatti EB16.4
Veyron, conocido como el mejor coche del mundo. Y esto es así no solo
por su potencia, velocidad, tracción, lujo interior sino también por su elevado
precio (1.585.000 euros) que sin embargo es mucho menor que su coste de
fabricación (5.231.000 euros).
Al frente del equipo de diseño se encuentra el prestigioso
ingeniero británico Ben Walsh, graduado en el Royal College of Art, que ha
asumido el reto de hacer realidad el viejo proyecto del viejo Ettore. Bajo su
dirección han colaborado estrechamente los equipos de I+D de marcas como Audi,
Citroën-Peugeot y General Motors.
El casco de la lancha se ha fabricado con las más avanzadas
técnicas de diseño industrial a base de aluminio y fibra de carbono para que el
casco sea tan resistente como liviano. La cubierta destaca por su largo y
afilado frontal, un cuerpo que se ensancha hasta la única luna tintada en forma
de boomerang que permite ver a los pasajeros una amplia panorámica de hasta 230
grados y acabar en una zaga más estrecha en la que sobresale únicamente la
hélice de un solo motor de 16 cilindros con una arquitectura de W sobrealimentado
por al menos cuatro turbocompresores y capaz de desarrollar una increíble
cantidad de caballos.
La nueva tendencia industrial de muchos fabricantes del
motor mira con insistencia al sector naútico como proyección de la imagen de
marca. La marca italo-francesa Bugatti se ha inspirado a conciencia en su
modelo emblemático de las cuatro ruedas: el superdeportivo Veyron Sang Bleu
Grand Sport para tratar de imbuir la filosofía del asfalto en la voluptuosidad
del agua.
El ingeniero Ben Walsh, que ha trabajado para el grupo General
Motors, Cadillac y Citroën-Peugeot, es el principal responsable de que los
materiales utilizados para la fabricación del casco sean una avanzada aleación de
aluminio y fibra de carbono muy ligera y resistente.
El resultado es una embarcación de 30 pies de longitud que
cumple a rajatabla los preceptos de Walsh para hacer una lancha superdeportiva con
una hélice trasera impulsada por un solo motor de 16 cilindros y cuatro
turbocompresores que desarrollan hasta 1000 caballos de potencia.
En cuanto al interior, es posible personalizar el material
de los acabados como la consola central y las molduras laterales de aluminio
torneado o el volante de cuero ligeramente ovalado en la parte inferior. El
cuadro de mandos dispone de un medidor de potencia, indicador de depósito,
termómetro, velocímetro, radar, GPS y en la punta de los indicadores destacan
pequeños diamantes de un quilate. Todo el salpicadero va rematado en cuero
cosido a mano y la parte superior es de tela con sutiles motivos marinos o a
elección del cliente.
Los asientos de cuero se pueden elegir en uno o dos colores,
eso sí con el logo EB (Ettore Bugatti) a la altura de la cabeza. La palanca de
cambios es de cuero y aluminio y la transmisión es secuencial. En los laterales
están los mandos eléctricos de ajuste de posición de los asientos, y en la
parte superior de la luna, los controles de las luces interiores.
Se
llama Veyron Sang Bleu sigue la línea del famoso coche deportivo Veyron de la
marca Bugatti que se fabrica en edición limitada y bajo pedido. El precio
rondará los cuatro millones de euros aunque el coste de fabricación será
superior. Bugatti hace alarde de venderlos por debajo de su precio consciente
de que vende imagen de marca con un modelo tan exclusivo.
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