jueves, 26 de abril de 2012

Glass: "No soy un adicto al trabajo, sino a la diversión"


Philip Glass Ensemble pasó por el Auditorio Nacional de Madrid para presentar su Novena Sinfonía ante un público que había agotado las entradas en cuestión de días. Entre el público una curiosa amalgama de puristas de la música de cámara y nihilistas del pop que querían rendir tributo a los 75 años del compositor.

Muchos de los allí congregados no sólo iban a escuchar atentamente su nueva sinfonía sino que además querían asistir a un repaso de las composiciones más conocidas del genio musical norteamericano. Así, se pudo disfrutar de obras como ‘The civil wars’ que compuso para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, temas de la banda sonora del ‘Show de Truman’, la ópera ‘The photographer’, algunos compases de la elaborada ‘Twelve parts’, fragmentos del ya clásico ‘Glassworks’.

A medida que avanza el concierto, van cobrando protagonismo los atmósferas de los teclados sobre las que navegan los ciclos repetitivos ensalzados en algunas ocasiones por la voz de Lisa Bielawa. Philip Glass pretende alejarse cada vez más del minimalismo de sus primeras obras para adentrarse una y otra vez en el terreno de lo experimental. Reconoce que empezó a componer cuando se fundaba el Minimalismo pero según sus propias palabras: “¡Es que es algo muy antiguo! Es gracioso, porque estamos hablando de historia. No me importa hablar de eso, especialmente porque en los conciertos de Madrid haré un repaso a toda mi obra y habrá minimalismo, claro. Pero el catálogo de mi música es muy extenso y estamos hablando de algo que sucedió hace 40 años, así que por qué hay que primar una década por encima de otras. Sé que esa música tiene una energía tremenda y que todavía fascina a los jóvenes. Pero también tocaré música de películas… No juzgo las cosas desde un punto de vista clásico, no hago esas separaciones entre géneros”.

Tiene pensado volver a España el año que viene para estrenar en el Real su nueva ópera ‘The perfect american’ en el Teatro Real nada menos. Una obra basada en el libro de Peter Stephan Jungk que narra los últimos meses atormentados de la vida de Walt Disney. Para Glass, el dibujante “es un icono muy conocido que generó una obra mítica universal. Pero hay elementos de su personalidad ocultos. También fue un hombre muy normal, pese a al universo tan extraordinario que construyó. Todos tenemos luces y sombras, aspectos más desagradables y otros de debilidad. No he pretendido hacer una historia al propio estilo Disney en la que se cuentan sólo cosas maravillosas. Eso ya lo hacen ellos. Lo mismo hice con Gandhi. Cuanto más interesante es alguien, más profunda es su complejidad. Si lo miras así el retrato real de una persona tiene cuatro dimensiones, no es un dibujo animado”.

Glass es un músico vocacional que necesita tocar todos los días unas ocho horas. Y como todas las mentes inquietas le gusta experimentar componiendo para películas, óperas o haciendo temas cortos o sinfonías. “Es lo que más me gusta. Las horas que paso haciéndolo son las mejores del día, es así de simple. No soy un adicto al trabajo, sino a la diversión”.

Para Philip Glass, resulta esperanzadora la pasión con la que los jóvenes se dedican a la música hoy en día. "Es un gran cambio, la tecnología ha permitido al tercer mundo acceder al arte. Y esos jóvenes de 20 años que no piensan en minimalismo, ni en vanguardias… Es una generación impresionante nacida en la tecnología, estoy seguro que en 10 o 20 años veremos que han creado auténticas obras maestras. Es gente que se ha liberado de la industria”.

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