En el diseño del robot se han tenido en cuenta los enormes problemas que tenían los típicos robots con ruedas o tipo oruga para acceder a los lugares más inaccesibles. Por ese motivo, el ingenio incorpora un complejo sistema de desplazamiento basado en unas extremidades con múltiples articulaciones, dirigidas por un potente motor de cálculo. Esto le permite caminar sobre superficies irregulares, evitar obstáculos y subir escaleras, para llegar a cualquier rincón por escondido o abrupto que resulte.
Lo más curioso de todo es que también se trata de un vehículo nodriza que lleva integrado un segundo robot, que puede liberar mediante un brazo articulado, con su propia cámara y medidor de radioactividad. Esta segunda unidad puede ser lanzada o colocada en lugares extremadamente estrechos, en los que sólo podría colarse un roedor. La conexión entre ambos es mediante un cable para evitar que se extravíe o corra peligro de ser recuperado.
Lo más curioso de todo es que también se trata de un vehículo nodriza que lleva integrado un segundo robot, que puede liberar mediante un brazo articulado, con su propia cámara y medidor de radioactividad. Esta segunda unidad puede ser lanzada o colocada en lugares extremadamente estrechos, en los que sólo podría colarse un roedor. La conexión entre ambos es mediante un cable para evitar que se extravíe o corra peligro de ser recuperado.
El segundo robot parece un portátil. |
El robot pesa 65 kilos, tiene una autonomía de 2 horas, mide 62 x 58 x 100 centímetros y se controla de forma inalámbrica. Puede cargar 20 kilos de peso y es capaz de recorrer un kilómetro a la hora. El secundario pesa solo 2 kilos, es extremadamente plano, con autonomía para una hora y recorrer 200 metros a través de fisuras o bajo los escombros.
El éxito de la iniciativa en Fukushima ha sido tal que ya se estudia su utilización en otros lugares de riesgo, donde es necesario enviar un robot para evaluar la situación de manera remota.
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