Matt Bellamy, Dominic Howard y Chris Wolstenholme, o lo que es lo mismo, el grupo Muse, ha protagonizado el concierto del año en Barcelona. En una impresionante actuación plagada de efectos especiales, proyecciones, performance, juegos de luz y color, el grupo británico ha incendiado el oscuro cielo de la ciudad catalana. El único punto negro de la noche lo puso un abucheo generalizado que se produjo cuando el cantante, recogió una bandera española que le entregó alguien del público, con la que se arropó. Alguno de sus asistentes debió advertir a Matt que ese acto no está muy bien visto por aquellas tierras, y al rato, apareció con una camiseta del Fútbol Club Barcelona que le sirvió para hacer las paces con un aforo enardecido.
El concierto arrancó con los temas 'Unsustainable' y 'Supremacy', que sonaron aderezado con un juego pirotécnico y de luces, sencillamente espectacular. Tras esta declaración de intenciones, el público pudo asistir a una diatriba de críticas sociales, políticas y económicas, con algunos personajes representando a ejecutivos irracionales en medio de una lluvia de billetes y surtidores de gasolina.
Fue el momento para reinterpretar algunos clásicos de la banda como 'Supermassive black hole' y el superéxito 'Hysteria'. El concierto se encontraba en la línea de salida y ya el público estaba enardecido ante la eclosión de imágenes y sonido.
El comienzo poderoso y rotundo de la actuación, continuó con varios de los temas más destacados de su último disco de estudio 'The second law'. Un trabajo muy pegado a la actualidad con abundante carga crítica, como 'Panic Station', que interpretaron a continuación, acompañada en las pantallas gigantes de varias parodias de líderes mundiales, entre ellos Obama y Rajoy, bailando al ritmo de este corrosivo tema.
La vertiginosa velocidad conceptual del show, tuvo un ligero remanso de transición, cuando los chicos de Muse enarbolaron parte del nuevo repertorio, como las canciones como 'Follow me', 'Liquid state' y 'Animals'.
Entonces, tuvo lugar uno de los momentazos de la noche, que se produjo cuando el bajista del grupo, Christopher Wolstenholme, cogió una armónica y se arrancó emulando a Charles Bronson con el brillante 'Man with harmonica' que Ennio Morricone compuso para el film 'Once upon the time in the West ', de Sergio Leone. En ese momento aparecía en escena un banquero desquiciado, lanzando fajos de billetes al público hasta caer derrotado al suelo.
Fue el momento para volver a levantar al respetable mientras sonaba la armónica que daba paso a 'Knights of Cydonia'. La majestuosa pantalla recrea un amasijo de conductos conectados por un motor central que bombeaba ondas de energía, expulsadas en forma de llama a través de cinco chimeneas cada vez que Matt, Chris y Dominic, llegan al clímax musical; mientras una presentadora lanza mensajes apocalípticos, durante las pausas.
Bellamy, como siempre, ha dejado patente la vitalidad de su potente voz y su gran maestría a la guitarra, especialmente al recrear temas clásicos como 'Time is running out' o la melódica balada 'Blackout', ambientada con las evoluciones de una bailarina suspendida de un globo aerostático en forma de bombilla que sobrevolaba las cabezas de los asistentes, propiciando un momento de comunión colectiva, tan propio de este tipo de actos masivos.
Pasado el ecuador del show, los tres de Devon afrontaron una batería de temas inolvidables como el tecnológico 'Madness', uno de sus últimos singles, y el innovador discurso de 'Undisclosed desires'. Otro momento brillante se produjo cuando en las pantallas del estadio apareció una ruleta de casino con una bolita rodando entre varios títulos de canciones. Finalmente, la fortuna dejó caer la bola en la casilla del vibrante tema 'Stockolm syndrome'. Cerró la actuación apoteósica la brillante 'Starlight', otro de los hits del trabajo 'Black holes and revelations', con un público rendido a sus estrellas.
Muse reapareció, para dar el extra de energía final, con un bis que enseguida conectó con los fans, una demostración del virtuosismo de Matt a la guitarra, y los ecos de 'Plug in baby', a la que siguió la canción oficial de las pasadas Olimpiadas de Londres 2012, 'Survival'. El segundo bis fue más rotundo si cabe, con 'Uprising' y culminando con el brillante 'Starlight', que acabó por poner broche de excelencia al mejor concierto del año en España y coronar a la banda como una de las indispensables en el panorama musical.
Dos horas y cuarto de actuación, con un sonido impecable y potente, así como unos efectos visuales e iluminación desbordante, y una asistencia de casi 35.000 personas.
El concierto arrancó con los temas 'Unsustainable' y 'Supremacy', que sonaron aderezado con un juego pirotécnico y de luces, sencillamente espectacular. Tras esta declaración de intenciones, el público pudo asistir a una diatriba de críticas sociales, políticas y económicas, con algunos personajes representando a ejecutivos irracionales en medio de una lluvia de billetes y surtidores de gasolina.
Fue el momento para reinterpretar algunos clásicos de la banda como 'Supermassive black hole' y el superéxito 'Hysteria'. El concierto se encontraba en la línea de salida y ya el público estaba enardecido ante la eclosión de imágenes y sonido.
El comienzo poderoso y rotundo de la actuación, continuó con varios de los temas más destacados de su último disco de estudio 'The second law'. Un trabajo muy pegado a la actualidad con abundante carga crítica, como 'Panic Station', que interpretaron a continuación, acompañada en las pantallas gigantes de varias parodias de líderes mundiales, entre ellos Obama y Rajoy, bailando al ritmo de este corrosivo tema.
La vertiginosa velocidad conceptual del show, tuvo un ligero remanso de transición, cuando los chicos de Muse enarbolaron parte del nuevo repertorio, como las canciones como 'Follow me', 'Liquid state' y 'Animals'.
Entonces, tuvo lugar uno de los momentazos de la noche, que se produjo cuando el bajista del grupo, Christopher Wolstenholme, cogió una armónica y se arrancó emulando a Charles Bronson con el brillante 'Man with harmonica' que Ennio Morricone compuso para el film 'Once upon the time in the West ', de Sergio Leone. En ese momento aparecía en escena un banquero desquiciado, lanzando fajos de billetes al público hasta caer derrotado al suelo.
Fue el momento para volver a levantar al respetable mientras sonaba la armónica que daba paso a 'Knights of Cydonia'. La majestuosa pantalla recrea un amasijo de conductos conectados por un motor central que bombeaba ondas de energía, expulsadas en forma de llama a través de cinco chimeneas cada vez que Matt, Chris y Dominic, llegan al clímax musical; mientras una presentadora lanza mensajes apocalípticos, durante las pausas.
Bellamy, como siempre, ha dejado patente la vitalidad de su potente voz y su gran maestría a la guitarra, especialmente al recrear temas clásicos como 'Time is running out' o la melódica balada 'Blackout', ambientada con las evoluciones de una bailarina suspendida de un globo aerostático en forma de bombilla que sobrevolaba las cabezas de los asistentes, propiciando un momento de comunión colectiva, tan propio de este tipo de actos masivos.
Pasado el ecuador del show, los tres de Devon afrontaron una batería de temas inolvidables como el tecnológico 'Madness', uno de sus últimos singles, y el innovador discurso de 'Undisclosed desires'. Otro momento brillante se produjo cuando en las pantallas del estadio apareció una ruleta de casino con una bolita rodando entre varios títulos de canciones. Finalmente, la fortuna dejó caer la bola en la casilla del vibrante tema 'Stockolm syndrome'. Cerró la actuación apoteósica la brillante 'Starlight', otro de los hits del trabajo 'Black holes and revelations', con un público rendido a sus estrellas.
Muse reapareció, para dar el extra de energía final, con un bis que enseguida conectó con los fans, una demostración del virtuosismo de Matt a la guitarra, y los ecos de 'Plug in baby', a la que siguió la canción oficial de las pasadas Olimpiadas de Londres 2012, 'Survival'. El segundo bis fue más rotundo si cabe, con 'Uprising' y culminando con el brillante 'Starlight', que acabó por poner broche de excelencia al mejor concierto del año en España y coronar a la banda como una de las indispensables en el panorama musical.
Dos horas y cuarto de actuación, con un sonido impecable y potente, así como unos efectos visuales e iluminación desbordante, y una asistencia de casi 35.000 personas.
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