lunes, 1 de agosto de 2022

La serie Stranger Things trae de vuelta el 'Running up that hill' de Kate Bush para el imaginario colectivo

Kate Bush es un portento de la música pop, auténtica pionera de un estilo inclasificable e innovador, plagado de experimentación, influencias literarias y composiciones alejadas de los convencionalismos. Sus composiciones han sido fuente de inspiración para una legión de mujeres dedicadas al mundo del espectáculo como Björk o Adele. Constantemente nominada a los mayores galardones de la Industria Fonográfica Británica o los Grammy, su difícil encaje en los limitados parámetros de la industria musical, la han dejado casi siempre a las puertas, pese a que de forma anecdótica obtuvo el de mejor artista femenina en los BPI de 1987. Y eso, a pesar de ser la primera mujer en encabezar todas las listas musicales de Gran Bretaña cada vez que lanzaba un nuevo disco. Tres de ellos, ‘Never for ever’, ‘Hounds of love’ y ‘The Whole Story’ alcanzaron el número 1 en ventas y numerosos singles como ‘Wow’, ‘Babooshka’, ‘Don’t give up’ a dúo con Peter Gabriel o el propio ‘Running up that hill’, lucieron puestos destacados del Top 40.

La serie Stranger Things ha rescatado del olvido el genio creativo de la artista británica al traer de nuevo a la memoria colectiva su éxito ‘Running up that hill’. Tema incluido en su álbum ‘Hounds of love’, allá por el año 1985, en cuyo videoclip promocional Kate hace un alarde interpretativo como si fuera un espíritu atormentado que trata de liberarse de una niebla de emociones. Esta onírica puesta en escena ha traspasado los límites del tiempo para alcanzar nuestra era como una tradición anual en la que convergen multitud de fans con la intención de exorcizar los males de un amor imposible.

El revival de ‘Running up that hill’ ahora sobrepasa los 100 millones de reproducciones en Youtube, es banda sonora de más de 2 millones de historias en TikTok, figura entre las canciones más descargadas en iTunes y es de las más reproducidas en las listas de Spotify en el 2022. Esta vuelta de tuerca de un tema que habla de la incomunicación entre un hombre y una mujer, ha significado un nuevo récord para Kate Bush que a sus 64 años se erige en la artista más veterana en encabezar el UK Singles Chart y, por ende, en la primera en hacerlo con dos canciones en un lapso de 44 años.

'Running up that hill (A deal with god)' fue el primer single extraído de su quinto disco de estudio ‘Hounds of love’, lanzado en 1985. Antes de aparecer en la serie Stranger Things vivió una segunda juventud al ser incluida entre las melodías que sonaron en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. También ha sido versionada por infinidad de artistas como Within Temptation, Placebo, Chromatics, Little Boots, First Aid Kit, Tori Amos o Meg Myers.

Kate Bush debutó en 1978 con su single ‘Wuthering heights’ que se colocó nada más salir en el número 1 de las principales listas británicas. Un lugar del que nadie la consiguió destronar en cuatro semanas. En ese momento, se convirtió en la primera cantautora en alcanzar el número 1 en la revista Billboard, la publicación especializada norteamericana más prestigiosa dedicada a la industria musical. Su letra está inspirada en la trágica historia de amor entre Cathy y Heathcliff, del clásico literario de Emily Brontë, Cumbres Borrascosas.

Catherine Bush respiró talento y creatividad desde la infancia. Su padre era médico pero su gran afición era tocar el piano, y su madre, enfermera, también ejerció de bailarina de danza tradicional irlandesa. Ambos le contagiaron la pasión por las teclas y el baile. Su hermano Paddy, pronto destacó como reputado luthier, fabricando instrumentos para los mejores músicos del momento, y John, que era poeta, estimuló en Kate el gusto por la rima y la composición. Desde muy temprana edad, la pequeña Kate perfeccionó sus conocimientos musicales tanto al piano como al violín en el St. Joseph's Convent School, una actividad que supo compatibilizar con su otra gran pasión: la danza. Esta doble faceta estigmatizó toda su carrera puesto que cada nuevo lanzamiento musical era primorosamente aderezado con una sugerente performance que hacía volar la imaginación de su público.

La suerte de Bush fue que a los 16 años se cruzó en su camino el guitarrista y cantante de Pink Floyd, David Gilmour. El compositor que en ese momento se encontraba en la cima de su carrera, siendo la voz de uno de los grupos de rock progresivo más grandes de la historia, pagó de su propio bolsillo la primera maqueta con la que Kate se presentó en la discográfica EMI. Gilmour fue el primero en vislumbrar su talento pero pronto los ejecutivos de la casa de discos cayeron rendidos al peculiar estilo creativo de la prolífica compositora y decidieron producir su primer larga duración. Aún así, Kate no se dejó encandilar por el éxito fácil, arrojándose a los brazos de la industria. Contaba con más de 100 composiciones propias en el cajón pero decidió continuar con su formación para perfeccionar sus dotes interpretativas. Con una disciplina ejemplar, a pesar de tocar el cielo con su primer sencillo, se dedicó por entero a sus clases de danza, mimo y canto. Tal es así que se la reconoció como el paradigma ideal de las enseñanzas del por entonces gurú de las artes interpretativas Lindsay Kemp.

Cada 30 de julio, día de su cumpleaños, cientos de conversos se reúnen en lo que ya se conoce como el ‘Día de Cumbres Borrascosas’ para conjurar a los elementos en plena naturaleza, ataviados con el emblemático vestido rojo que lucía la cantante en el videoclip de la canción. Lo más curioso es que Kate siempre rehuyó la fama. Su meta no consistía en alcanzar el éxito a toda costa sino que anhelaba un afán mucho más honesto. Sólo quería compartir su talento con la esperanza de que fuera apreciado y degustado por los que saben escuchar.



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