Jim Kerr deja en varias ocasiones todo el protagonismo del show a los demás miembros de la banda. |
Ya no llenan estadios como Karol G pero podrían hacerlo si las nuevas generaciones abrieran un poco los oídos a otra cosa que no sea rap, cumbia o reggaetón. Aún así, la capacidad del florido recinto de las Noches del Botánico se cubrió hasta la bandera de un público variopinto y multi-generacional que coreó las canciones de principio a fin con una frescura inusitada. Kerr devolvía el entusiasmo con gesto de incredulidad y expresiones de agradecimiento, al tiempo que cedía la palabra al bajista Ged Grimes que siempre deja patente su pericia en el idioma de Cervantes (es bien conocido su apego a las bondades del clima y nivel de vida de las tierras patrias).
El concierto siguió con ‘Once upon a time’, una ligeramente renovada ‘Mandela Day’, los clásicos ‘The American’ y ‘Big Sleep’, para romper sin solución de continuidad con la siempre animada ‘Sanctify yourself’. Un tema que hizo saltar al respetable como pocas veces se ha visto en el botánico. Y es que aunque la actual gira pretende ser un revival homenaje a su quinto disco ‘New Gold Dream’, en el 40 aniversario de su lanzamiento, y que vienen celebrando desde el año pasado tras lanzar una interesante nueva versión en directo del disco subtitulada ‘Live from Paisley Abbey’, la banda no renuncia a interpretar otros insignes títulos de sus mejores álbumes.
La magia musical desplegada por la mejor banda escocesa de todos los tiempos alcanzó su ecuador con unas mesuradas versiones de ‘Let there be love’, ‘Come a long way’ y ‘Glittering prize’. Pronto subió el nivel de nuevo con el clásico ‘Promise you a miracle’ y una remozada versión del legendario ‘New gold dream (81-82-83-84)’ que les ha traído hasta aquí de nuevo. Instante en el que tuvo lugar uno de los momentos más celebrados por la audiencia, ya que el tema culmina con una guinda espectacular merced al solo de batería de la siempre contundente Cherisse Osei, probablemente una de las más brillantes bateristas del mundo, al que el bueno de Jim calificó como “girl power”.
Acto seguido intervino la guitarra del siempre efectivo Charlie Burchill, compañero de fatigas desde la infancia de Jim Kerr, interpretando los primeros acordes de una más que interesante revisión del ‘Belfast child’. Ahora reconvertida en una suerte de canto a capella que a mitad de canción se transforma en un tremendo vendaval sonoro destinado a arrasar los restos de agobio canicular. Una tormenta ruidosa en la que todos los miembros de la formación se emplearon a fondo para que inundara hasta la última fila del graderío petado de gente a más no poder. Fue uno de esos instantes en los que el verano no tuvo más remedio que claudicar para transformarse en una experiencia vital al ritmo de ‘Someone somewhere (in summertime)’. Pero aún quedaba munición en la cartuchera de Kerr que ya avisaba hacer un amago para irse al hotel a descansar, no sin antes desenfundar ‘Don’t you forget about me’ para deleite de una audiencia que ya había levantado las manos desde los primeros acordes de ‘Waterfront’ (Kerr había pedido verlas “everybody please, let me see your hands”). Y así siguió el respetable, levantando incesantemente las manos, rendido desde el inicio a una actuación mágica como pocas, en el recinto más bello que posee la capital de España para el disfrute de la música al aire libre.
Tras una rápida despedida, en la que coleaba aún tímidamente el ‘la-la-la’ del ‘Don’t you…’ a modo de reclamo extra que prolongara la felicidad ya por entonces desbordante. Los que tomaron su apodo de una canción de Bowie, volvieron para demostrar que son mucho más que unas mentes nada simples. Presidiendo la escena, la prodigiosa voz de Sarah Brown, que ya había brillado por momentos al nivel de Kerr, conseguía incluso sobrepasarle en una más que luminosa interpretación del ‘Book of brilliant things’. Lo que supuso el primer tema del único bis de tres canciones con que premiaron a un público más que entregado. El regalo se completó con la deslumbrante ‘See the lights’, para cerrar definitivamente con el agitado y cimbreante ‘Alive and kicking’.
Todos al centro del escenario a reverenciar la ovación de una audiencia que atronaba entre las ramas de un jardín en el que las chicharras ya dormitaban, tras una intensa jornada en la que su característico crepitar había alcanzado decibelios tan frenéticos como los grados alcanzados en los termómetros de la gran ciudad.
No podemos cerrar esta crónica sin mencionar la meritoria e interesante propuesta de los teloneros de La Plata, una formación valenciana mixta, heredera del propio sonido de Simple Minds, Joy Division, Siouxsie y otras insignes bandas del post punk ochentero.
El guitarrista Charlie Burchill, único miembro superviviente de la formación original junto a Kerr, sigue en plena forma con solos limpios y melódicos muy efectivos. |
No podemos cerrar esta crónica sin mencionar la meritoria e interesante propuesta de los teloneros de La Plata, una formación valenciana mixta, heredera del propio sonido de Simple Minds, Joy Division, Siouxsie y otras insignes bandas del post punk ochentero.
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